sábado, 14 de septiembre de 2013

MENHIR DE KERLOAS

La mañana se presentaba fresca, y en el GPS estaban las coordenadas 48º 25´ 35´´ N y 4º 40´ 45´´ O, la carretera estrecha, en galería, los robles, hayas y castaños  tamizan el sol temprano que se clareaba entre las ramas, el GPS nos indica que a 200 mts tomemos un desvío, este es un carril de tierra, con rodadas de tractores, estrecho, aun pensándolo mucho nos atrevimos por el, pero a unos 300 mts el dichoso aparatito empieza a recalcular, ante esto y notando que cada vez el camino es peor damos marcha atrás, volvemos a situarnos sobre la carretera y seguimos adelante y a unos trescientos metros en el margen izquierdo vemos un claro lo suficiente como para tres vehículos, aparcamos, y  estamos en el punto correcto.
Tomamos la pequeña mochila y la cámara de fotos y nos adentramos por el sendero, a nuestra izquierda un maizal en todo su esplendor y a nuestra derecha un lindero formado por una densa arboleda, la naturaleza se desborda, la tierra se nota fértil y agradecida, el vello de los brazos se me empiezan a poner erizados, y asomándose por entre las borla del maíz y recortado sobre un cielo azul con algunas trazas de nubes, aparece la punta del menhir.
Los dos, solos, en silencio, andando despacio para interferir lo menos posible en aquel entorno, como si de un templo de meditación y recogimiento se tratara,  los sonidos del viento en los árboles, el murmullo de las hojas del maíz rozándose unas con otras,  un fondo de agudos gritos de gaviotas, el olor de la zarza, de la hierba, olor a tierra, los sentidos agudizados, y el  coloso de piedra va apareciendo ante nosotros con sus ciento cincuenta toneladas.
Como si de alguna fuerza invisible se tratara los dos nos sentimos empujados a acariciar la superficie lisa del granito, la piedra no está fría, se siente por todo el cuerpo a la propia  Gaia abrazándote, como si de una experiencia mística se tratara te dan ganas de despojarte de todo, “porque no codiciando nada, nada le fatiga hacia arriba y nada le oprime hacia abajo, porque está en el centro de su humildad.” San Juan de la Cruz.

Nos alejamos y lo vemos en toda su plenitud, 9,5 mts de altura, sin contar la parte soterrada,  hace 200 años un rayo le partió dos metros de la punta, en su origen media cerca de los 12 metros, y uno se pregunta como es posible que hace 5.000 años un grupo de hombres vestidos con pieles pudieran transportar 150 toneladas desde aproximadamente dos kilómetros de distancia hasta la cima de este pequeño montículo, pulirlo, dar forma, levantarlo, enterrar la base,  …es posible que los antiguos sacerdotes, chamanes, … conocieran la forma de hacer levitar las piedras  por medio de sonidos mágicos de frecuencias desconocidas por nosotros?
Hay una leyenda sobre este menhir que cuenta que bajo su base hay un gran caldero de oro, y que el menhir como si de un ser vivo se tratara todos los días 24 de diciembre se desplaza al cercano mar a beber de sus saladas aguas, no faltaban incautos que esperaban ese momento para lanzarse sobre la base y buscar el caldero de oro, pero siempre, siempre, antes de que pudieran salir volvía el menhir a su sitio y claro estos quedaban sepultados, por lo que el coloso de piedra descansa sobre los huesos de esos hombres que dieron su vida por la codicia.
Hasta hace unos cien años las parejas que se casaban de la zona en su noche de bodas se acercaban al claro donde se encuentra el menhir, para llegar a el se debía cruzar el bosque llamado Bois de Kervealouz, una vez en el claro se desnudaban y la mujer con su cuerpo desnudo se frotaba contra una de las protuberancias que tiene el menhir y el hombre de la misma forma se frotaba contra la protuberancia que tiene opuesta, así el hombre conseguiría engendrar un hijo varón y la mujer conseguiría el poder de gobierno en su casa.
Muy a nuestro pesar abandonamos el lugar con la extraña sensación de haber profanado algo sagrado, como si con nuestra presencia hubiéramos profanado el Sanctasantórum de los magos de esta antigua civilización que levantaban tan colosales piedras.  





Sobre las borlas del maíz se va divisando.




El sendero que nos acerca al lugar donde se yergue el coloso.





Vista del menhir, se aprecia una de las dos protuberancias que tiene, la otra esta justo en el lado opuesto, algunos entendidos dicen que representa lo masculino y lo femenino.





Desde otro ángulo




África, embelesada contemplándolo.





Yo, junto al menhir, se puede apreciar la altura del mismo.